LA GUERRA DE GILA.


LA GUERRA ES LA MEJOR ESCUELA DEL CIRUJANO  Hipócrates

La intervención de los aliados en Libia podría ser como los chistes de Gila. Algunas potencias arden en deseos de intervenir por el bien de la democracia y de sus siempre correctamente apreciados vecinos del sur. Las Naciones Unidas, precisamente por aquello de estar unidas, redactan una resolución en la cual lo bordan con el fin de contentar a todas las partes. Obviando con ello una premisa básica para acudir a una guerra, como es la de tener muy claros los objetivos. Pero aquí, con una resolución que no aclara nada pero contenta a todos, cuatro amigos se van a hacer cumplir el embargo aéreo sobre Libia.

Pero claro, al rato de tirar unos tiros y evitar que los aviones de Gadafi vuelen se encuentran con que los rebeldes no ganan ninguna posición en el tablero de la guerra y se preguntan qué hacer. La cosa tiene su aquél: por un lado los aliados discutiendo sobre quién es el jefe (la Unión Europea, la ONU, la OTAN…). Los americanos dicen que lo decidan las Naciones Unidas pero que ellos no exponen más; los britis, que lo que diga su primo yanky de zumosol; los italianos, que si las bases son mías y como no os aclaréis os echo; los franceses, que sí que tiran tiros pero con la responsabilidad de otros. Y los españoles, pues eso: a su bola (incluso participando tan ricamente en la guerra, antes de que el Congreso lo apruebe).

Me imagino al general en jefe llamando al también general jefe de los rebeldes; y queriendo hablar con Mustafá pero, por supuesto, allí le piden que concrete, porque hay muchos. Bueno, pues que se ponga Ibrahim. Pues que también hay muchos, al igual que Mohamed. Y me lo imagino nervioso queriendo hablar con la Internacional. Toda revolución tiene una Internacional con un Carlos Marx que le da ideología. Pero claro, aún no se han puesto a ello. Occidente no fue eso lo que les enseñó. En el canal internacional de la tele salía el Gran hermano y los programas de Ana Rosa. Así que na de na.

Y en esas estamos. Los aliados, sin saber quién es el jefe; los rebeldes, sin una revolución que nos diga por qué se dan de leches y un jefe que se ponga al teléfono; y Gadafí, sin entender por qué a quienes hasta ayer eran sus amigos ahora les da por soplarle los mocos. Para partirse.

MAGREB: PACIENCIA Y PRUDENCIA.

INTELIGENCIA MILITAR SON DOS TÉRMINOS CONTRADICTORIOS (Anónimo)

Me encanta. Ya están los mismos tertulianos de siempre actuando como papagayos y sabelotodos con lo que pasa en el Magreb. Los unos que si hay que apoyar los movimientos de los manifestantes; los otros, que si la Unión Europea tiene que hacer algo; los de más allá, que si la crisis del petróleo en Libia o el gas en Argelia. Todos con sus lindezas y soluciones de chicos listos. Pero ninguno puede responder hacia dónde caminan los movimentos emprendidos en esa zona del Mediterraneo (bueno, los habrá que en su osadía no lo duden).

Está claro, quieren eliminar sus regímenes dictatoriales, pero para establecer…¿qué y con qué matices? ¿Lo saben? De momento es todo un misterio. Tan sólo conocemos su ansia de eliminar sus gobiernos despóticos y sus tripas vacías. Posiblemente todos tengamos simpatía hacia quienes se manifiestan en las calles, pero….¿conocemos su ideología?, ¿somos capaces de entrever a unos líderes capaces de llevar a cabo las reformas? Recordemos que la bandera de la libertad ya la enarbolaron los que hasta ahora han sido amigos (Gadafi en Libia o Mubarak el Egipto).

Hay quien en su elocuencia aboga por una intervención militar (que se lo recuerden a los dos pilotos del ejército Holandes apresados por Gadafi) sin preguntarse si nos lo han pedido. Otros imploran la ayuda humanitaria, pero obvian las lecciones moralizantes que solemos dar los europeos con nuestros actos y lo hartos que están muchos musulmanes del diablo occidental. Y por último los hay quienes, olvidando lo que pasó en Serbia y lo poco efectivas que fueron, piden sanciones económicas que al final pagará la población civil.

Seamos sensatos: proporcionemos ayuda humanitaria respetando las costumbres del lugar, pero seamos conscientes de que aún no han aparecido, en las zonas afectadas, personas con capacidad de dirigir los movimientos y de orientar el previsible desarrollo de los acontecimientos. No hay interlocutores con el peso suficiente en los que Europa se pueda apoyar para proporcionar ayuda. Cuando hay tanto misterio por resolver parece que lo más aconsejable es no meter la pata por introducirla en el avispero y, sobre todo, no jugar a aprediz de brujo en una zona en la que no se conoce la fuerza del integrismo musulmán en unos lugares en los que el día del rezo se convierte fácilmente en el día de la ira.