JOVENES QUE SORPRENDEN


Este verano escribí sobre Martina; esa chica de 16 años que se había ido con un vuelo de bajo coste a estudiar en verano a Irlanda. Contaba cómo se fue sóla y cómo se las apañó para alojarse y viajar un poco por el país. Me pareció sorprendente y creí que bien merecía un comentario.

Martina -con este nombre quiero representar a tantos jóvenes que me causan admiración- solicitó el año pasado una beca para estudiar inglés durante el verano. Su solicitud fue rechazada por tener una nota media insuficiente de 9,14. En el baremo tenían preferencia los becarios con notas superiores a 6. El resto tendría que esperar a las plazas vacantes, comenzando la selección por la nota más alta.

El que no le concedieran la beca le supuso darse cuenta de muchas cosas y poner en entre dicho otras más. A su disgusto inicial le siguió el reto de volverlo a intentar y conseguirlo con una nota más alta. Prestó atención en clase y buscó ayuda cuando fue necesario. No desatendió sus quehaceres y se mostró responsable con su empresa.

Hoy Martina ha tenido su recompensa. Tiene pasaje para Canadá. Su nota media en 1º de Bachiller es de 10 en todas las asignaturas. Viajará con el esfuerzo de su trabajo; no cómo una recompensa, sino como un pago justo a tantas horas de sueño perdidas y tantos momentos de zozobra.

Me gusta y disfruto escribiendo casos como los de Martina. Jóvenes que con 18 años serán adultos porque se enfrentan a la vida mirándola a la cara y sabiendo lo que esperan de ella. Les admiro porque saben hacer de su soledad y empresas un reto particular. Y me descubro ante ellos, porque quiero pensar que son muchos los que en el anonimato y con la prudencia necesaria son capaces de sorprendernos a quienes nos ponemos como ejemplo.

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