LOS GORRIONES


DOS GORRIONES EN UNA ESPIGA HACEN MALA MIGA (Anónimo)

Recuerdo que hace años con la llegada de la primavera era habitual que los pajarillos jóvenes se cayeran de los nidos o que carecieran de fuerza en las alas para poder remontar el vuelo. Fueron muchas las veces en las que siendo niño alimenté a estas pequeñas aves con migas de pan untadas en leche. Muy bien no lo haría, desde luego, porque entre los trajines a los que los sometía y la poca paciencia para llenar el buche que tenía se morían todos.

En la actualidad, en el entorno en el que vivo sobresale la población de palomas. Las hay por todas partes, para desesperación de quienes tienen que velar por el buen estado del patrimonio municipal. Junto al mar abundan las gaviotas. Hoy más que antes, porque las muy perezosas tienen comida fácil en los estercoleros cercanos y no tienen que internarse millas adentro del mar para urgar entre las redes de los pescadores. Desde siempre hubo estorninos. A estos les recuerdo viniendo a pasar el invierno al mismo al árbol al que acuden al caer la tarde. Su presencia siempre fue bien recibida, hasta que desde hace unos años y sin saber por qué, han aumentado exponencialmente en número para terror de paseantes durante las horas del ocaso.

Pero los que me preocupan de verdad son los gorriones. De niño me acostumbré a oirlos desde mi ventana y me gustaba verlos saltar en busca de alimento. Algo ha pasado con ellos. Soy lego en la materia, pero intuyo que la limpieza de las ciudades los ha privado de medio de subsistencia. Es algo que no entiendo. Siempre los vi convivir pacíficamente con las palomas. Pero mientras éstas han crecido desmesuradamente, los gorriones han mermado notablemente. Hoy es el día en que, cuando paseo, lo hago como un curtido cazador en busca de su presencia.

Repito que soy lego en cuestiones de ornitología. Y que es muy posible que mi observación sea exagerada. ¡Ojalá! Pero, de ser cierta, sería un auténtico desastre medioambiental que un ser tan ligado a los humanos y con cuya presencia hemos convivido durante siglos, por razones que no alcanzo a entender, haya desaparecido de nuestras ciudades sin que nos hayamos percatado de ello. Es como para pensarse cómo vamos por la vida y con qué atención paseamos por ella.